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EXTORSIÓN
Tigo
Ilustración de Sebastián Sarti

La empresa factura millones de dólares anuales por la venta de servicios de telefonía celular, cable e internet, pero tampoco se salva del poder de las pandillas. Allá donde más vende Tigo se concentran los núcleos poblacionales con fuerte presencia de las pandillas, que amenazan con matar técnicos si no reciben algo a cambio.

Daniel Valencia Caravantes

Diego es un empleado de Telemóvil de El Salvador (Tigo) y en los territorios de pandillas es un "activo Tigo". Así lo dice él, entre risas, convencido de que se ha convertido en una moneda de cambio. Para los pandilleros, hoy día Diego es una pieza valiosa. Hasta hace unos años, lo peor que le había pasado a Diego siempre que entraba a trabajar en los territorios de pandillas era que le pidieran algunos dólares o que, en una ocasión, dejara su celular en otras manos, luego de convencerse de que el halago de un pandillero hacia su teléfono en realidad era un robo disfrazado de cortesía.

En otra ocasión, mientras daba mantenimiento a una antena de la compañía en el oriente del país, tres jovencitos lo sorprendieron. A veces las antenas de Tigo están rodeadas de comunidades marginales. Él abrió el portón de la cerca que custodia la antena, un compañero metió el vehículo de la compañía y entre ambos cerraron el portón. Segundos después, dos jóvenes treparon por la malla ciclón y les apuntaron con una pistola. Uno más entró, después, con una escopeta. Esa vez los hicieron desnudarse y les robaron sus pertenencias. “Suerte que no andamos vigilante, porque si no, lo hubieran matado para robarle el arma. Lo que daba cólera es que eran morritos, virguitos, pero bien armados”, dice Diego. 

En los últimos años Tigo ha digitalizado la señal de sus servicios. De redes de cables coaxiales ha pasado a redes de fibra óptica. Este cambio impide que en una colonia los vecinos “compartan” señal pelando cables y robando señal de un cable original. Diego cree que quizá ahí esté la pista para entender el cambio que mostraron las pandillas a partir del segundo semestre de 2014. “En Ayutuxtepeque, por ejemplo, hoy no podemos entrar. Están necios que quieren dinero y al menos eso yo creo que la compañía no lo va a dar”, dice Diego. Pero las pandillas no solo quieren dinero: también piden servicios gratis de telecomunicación. “Está bien paloma. Han pensado un poquito más la cuestión”, dice Diego, del que resta decir que sabe mucho de su trabajo en la transnacional, que hace negocios en el mercado de celulares, internet y televisión por cable y línea fija.

Solo en 2008, Tigo declaró ingresos por 452.5 millones de dólares, y según Hacienda adeuda 9 millones 124 mil 441.51 dólares en concepto de impuestos sobre la renta y de multa para el 2010. Ironías de un país violento y extorsionado, Tigo ahora también se dedica al movimiento de divisas con un sistema de remesas por el cual, según el Ministerio de Seguridad, se efectuaron un 24 % de las extorsiones en el país. Así lo dijo el exministro Ricardo Perdomo en octubre de 2013, citado por Diario 1. El sistema se llama "Tigo Money", y consiste en el envío de remesas por celulares donde la transacción se origina en un punto del país (alguien deposita dinero en una tiendita de pueblo, la farmacia de la colonia) y es cobrada en otro punto del país (otra tiendita u otra farmacia). Sobre el sistema no hay ninguna regulación más que un compromiso de “colaboración” de intercambio de información entre Tigo y la Fiscalía firmado en 2013. Tigo informa que de un universo de 2 millones de transacciones mensuales, el ministerio Público solo ha solicitado información a la telefónica, sobre casos de extorsiones, en 131 ocasiones en el periodo de noviembre de 2013 a agosto de 2014.* Desde que nació Tigo Money, a los empleados Tigo, como Diego, la compañía les exigió que una parte de su sueldo fuera depositada a través de ese sistema. 

Pero basta de hablar de Tigo y centrémonos en Diego, el "activo Tigo" en los barrios de pandillas. A mediados de 2014, uno de sus compañeros fue secuestrado en la colonia Las Margaritas, de Soyapango, territorio de la MS-13. Aquello fue un secuestro exprés. Su compañero monitoreaba el desempeño de la señal cuando un pandillero llegó hasta él. "¡Hey, bajate, viejo!", le dijeron. Cuando se bajó lo metieron a un carro. "Aquí vas a negociar o no salís", le dijeron. Más tarde, a la escena tuvo que llegar un supervisor de la compañía para aceptar un acuerdo: "Pidieron una caja decodificadora para cada uno de los pandilleros. Cable HD, internet y teléfono fijo", cuenta Diego. 

“Lo mismo nos pasó en La Campanera”, dice. “Pero ahora ya no podemos entrar”. El reparto La Campanera es una de las comunidades con presencia de pandillas más estigmatizadas del Gran San Salvador. La colonia está sembrada en una ladera, alberga a cerca de 10 mil personas y hoy día tiene un 20 % de sus casas abandonadas. En ese feudo del Barrio 18 Sureños, alguna vez se refugió uno de los pandilleros más famosos del país, Carlos Ernesto Mojica Lechuga, alias Viejo Lyn. Este fue el escenario que escogió el periodista franco-español Cristian Poveda para filmar La vida loca, un documental que retrata el día a día de la clica de La Campanera. Poveda fue asesinado a los meses del lanzamiento por la misma clica protagonista en la película. En ese lugar, con más de 160 pandilleros activos hoy día, el Barrio 18 también tiene amenazada a Tigo. Después de la primera amenaza a la compañía, Tigo pudo entrar de nuevo, pero de repente le exigieron un pago mensual para dejar entrar a los técnicos a la zona. Tigo se negó, las pandillas actuaron. Un jefe policial de Soyapango revela a El Faro que a mediados de 2014 fue vapuleado por pandilleros un técnico de Tigo en La Campanera, cuando hacía mantenimientos de rutina en la colonia. “No hubo denuncia de parte de la compañía ni del técnico vapuleado. No les interesa denunciar. Ellos se arreglan solos”, dice el jefe policial.

A finales de septiembre de  2014, otra clica extorsionó a la empresa. En la colonia Montelimar, ubicada sobre la carretera al Aeropuerto Internacional Monseñor Óscar Arnulfo Romero, municipio de Olocuilta, Diego fue testigo de un meeting. Tres grandes empresas llegaron una mañana de domingo para levantar líneas y proveer servicios a la colonia. Iban cuadrillas de técnicos de las empresas Tigo, Claro y la eléctrica Del Sur. Antes de iniciar el operativo, un pandillero llamó a los supervisores de la obra de cada una de las compañías. El pandillero les dijo que nadie podría trabajar ese día si no cumplían con sus demandas. A Tigo le pidieron, aparte de servicios de telecomunicación gratis, cuatro licuadoras y televisores plasma para una panadería en poder de la pandilla. A Claro unas refrigeradoras y a Del Sur dos hornos industriales. Ese domingo, la MS-13 ganó la partida. "Al final hicimos el trabajo", dice Diego.

Sobre todos estos hechos, Tigo ni afirma ni niega nada. Tigo dice, a través de una agencia de relaciones públicas: “Hemos consultado la información internamente sobre el caso y nos informan que  el 100% de los trabajos de distribución e instalación están tercerizados, la persona que dio declaraciones no puede pertenecer a Telemóvil El Salvador S.A. de C. V. (Tigo) por lo que no podemos comentar al respecto y se sugiere consultar a la empresa empleadora de su fuente. Por esta razón no debe utilizarse el nombre de nuestra marca para contextualizar la nota”.

El Faro confirmó que Diego es un empleado de Telemóvil de El Salvador (Tigo). Él cuenta que en los últimos dos años, en su área, el área técnica, se despidió al 80 % de empleados y desde entonces la empresa ha subcontratado a otras empresas para que hagan la entrega de servicios a nuevos clientes, los trabajos de mantenimiento de redes, cableados y antenas. Diego cree que la medida está relacionada con la violencia y las extorsiones: "Si las pandillas agarran a un técnico subcontratado, ¿qué le pueden exigir a esa empresa, si saben que no está relacionada con Tigo más que para cumplir un trabajo?". A los empleados Tigo, al 20 % que sobrevive como él, la empresa les da esta palmada en el hombro: “Sobre este problema lo que oficialmente nos dicen es: no se expongan, pero el trabajo hay que hacerlo”.

*Nota de la redacción: El Faro pidió reacciones a las empresas Claro y Del Sur por el caso ocurrido en la colonia Montelimar. Al cierre de esta nota no hubo respuesta. Tres mandos medios de las compañías telefónicas (uno por Tigo, uno por Claro y uno por Movistar) confirmaron que desde la segunda mitad de 2014 las compañías tuvieron una serie de reuniones para discutir el problema de extorsiones que está sufriendo el sector. El Faro preguntó también a Del Sur si en las empresas eléctricas ocurre con frecuencia el cobro de una extorsión para dejarlos trabajar en los territorios, pero no ha habido respuesta.

*Fe de errata: Esta nota fue modificada el 27 de mayo de 2015. En la versión original escribimos año "2014" cuando lo correcto es año "2013" para la fecha en que el exministro de Seguridad, Ricardo Perdomo, habló del sistema de remesas Tigo Money, citado por Diario 1. El cambió de fecha obligó a cambiar los tiempos verbales. También se añade la información sobre el número de pedidos de información que la Fiscalía ha hecho a la telefónica entre noviembre de 2013 y agosto de 2014. Esta información fue proporcionada por la telefónica a El Faro el 25 de mayo de 2015. 


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