En la misma sala donde conocí la guerra llegó de golpe e impertinente la paz. En noviembre de 1989 nos refugiamos junto a mi familia de la embestida entre el ejército y el Fmln cuando se enfrentaron durante la ofensiva final "Febe Elizabeth vive". Mi casa está en Mejicanos sobre la calle principal que va a Ayutuxtepeque: estaba en medio del campo de batalla. Hasta entonces, la guerra había estado en la tele, en los diarios, en los helicópteros que sobrevolaban la ciudad, en los panfletos que llegaban a la casa. En la antesala del combate de 1989, yo creía estar en una secuela de película de guerra, tipo Rambo. Pero a los primeros balazos, cambió todo. Todo fue surrealista: sonidos, gritos, fogones de bala, chillidos desesperados del perro de la casa, llanto. Así me fui quedando dormido, hasta que la mañana reveló el desastre: orificios y casquillos de bala por toda la casa.
La mañana del 16 de enero me disponía a ver televisión, como todas las mañanas de vacaciones. Esperaba con ansias ver los "Picapiedras". Por mis familiares sabía que ese día era especial, aunque no le di importancia. Todos en la casa estaban felices. En cambio, mi único interés era complacer mi sentido lúdico, yo solo pensaba en el entretenimiento. ¡Pero no! Esos hombres hablaban y hablaban durante horas. Cambiaba canal, y ahí estaban. Entonces decidí verlos, aunque me aburrían. No recuerdo ninguna palabra. Sólo los cambios de zoom y planos de la cámara de una mesa con gente, de los cuales sólo recuerdo identificar a Cristiani. Flores. La gente me parecía chiquita. Aplausos. Terminado el acto, apagué la tele y fui a jugar con mis soldados de plástico."