Nombre: Francisco Quijada
Ocupación: Ayudante de cocina
Edad: 36 años
De finales del 91 solo recuerdo dos grandes noticias, ambas de primera plana: la primera, fue que Magic Johnson había contraído el HIV; la segunda fue la desintegración de la Unión Soviética. Yo acababa de terminar el primer año de bachillerato, y a pesar de mi limitado entendimiento sobre la política, recuerdo perfectamente cual fue mi reacción al leer la segunda de las noticias: ya se va a terminar la guerra, pensé. Y no estaba equivocado para nada. Mi segundo año de bachillerato giró completamente alrededor del fin del conflicto. Recuerdo que el profesor de letras nos introdujo a la poesía antes prohibida de Roque Dalton, y que varios de mis compañeros quedaron indignados al leer el Poema de Amor por primera vez. ¡Que malcriado es este hombre para ser poeta! recuerdo haber oído decir a muchos. ¡Y es que estábamos tan acostumbrados a Alfredo Espino y Salarrué! También me acuerdo que los mayores no hacían otra cosa más que decir que la guerra no iba a terminar, que esos acuerdos eran puros engaños y que en cualquier momento la carnicería se iba a reanudar. Pero lo que más recuerdo de aquel año fue la llamada de teléfono de mis padres en la que me informaban que mis papeles para entrar a Estados Unidos ya estaban listos. Si querés terminar el año —me dijeron— lo terminás, pero en diciembre te venís para acá. Y así fue. El año que se terminó la guerra fue cuando se inició mi vida en otro país. Ahora, veinte años después, no puedo evitar el preguntarme como me hubiera ido si me hubiera quedado. Nadie sabe. Soy un mil usos (sin ningún sarcasmo). En los últimos 20 años me he dedicado a trabajar en lo que hay. He sido repartidor de periódicos, taxista, vendedor de comida, etcétera. Ahorita tengo dos trabajos: ayudante de pintura y ayudante en la cocina de un restaurante chino.