Uno de los alumnos de la Fesavela espera el inicio de una práctica en el cantón San Agustín, San Pedro Perulapán, en el lago de Ilopango. La vela es un ejemplo de lo difícil que resulta sembrar buenas ideas en un país con una actitud estéril hacia el deporte. La Federación de Vela tiene un programa de masificación de este deporte en comunidades asentadas a las orillas de cuerpos de agua salvadoreños desde el año 2006, pero a pesar de los esfuerzos, menos de 20 niños lo están entrenando en la actualidad.

De la bodega en el cantón San Agustín, a la orilla del Lago de Ilopango, los alumnos sacan los botes para el entrenamiento. El pequeño pedazo de tierra donde funciona la escuela de vela ha sido cedido por la comunidad, que apoyó con la construcción de la choza de láminas. La entrenadora del grupo, Yesenia de Ruano, se siente contenta con que los pobladores respeten la iniciativa de dar a los niños algo extra para su vida. Dice que por el momento nunca ha habido un robo o un hurto, a pesar de que no costaría mucho violentar la entrada a la bodega.

Uno de los alumnos prepara su bote Optimist, que es el tamaño de embarcación que utilizan los niños hasta los 15 años para poder pasar de categoría. Los niños utilizan embarcaciones fabricadas en El Salvador con madera. El bote de práctica ideal es de fibra de vidrio. Las velas están remendadas y se necesitaría más botes para que los niños no tengan que turnarse durante los entrenos. Para los mayores de 15 años hay únicamente dos botes individuales de la categoría Láser, que es una de las que compiten en los Olímpicos.

El cantón San Agustín es un pueblito de pescadores y de agricultores al que se puede llegar por agua o tomando una calle desde el desvío de San Martín en la Carretera Panamericana. El camino de tierra tiene tramos en mal estado. El cantón es propenso a ser golpeado por los desastres naturales. Después del terremoto de 2001 el desagüe del lago de Ilopango quedó tapado, lo que causó una subida inusual del nivel del agua, sobre todo en el año 2005, cuando se inundó buena parte de la comunidad con la tormenta Stan, y permaneció así durante años. La tormenta Ida destruyó 30 viviendas en noviembre de 2009.

Preparar el bote antes de ponerlo a navegar toma una media hora a los niños veleristas. En la comunidad del cantón San Agustín viven algunos pandilleros, pero la violencia nunca se ha desbordado en la comunidad. Hubo años cuando en el único camino de acceso ocurrían asaltos, pero no se han registrado en los últimos dos años. La población sigue creciendo y las oportunidades laborales son mínimas, por lo que la mayoría de gente que trabaja tiene que viajar hacia los centros urbanos. La Fesavela no ha conseguido que alguna empresa privada financie el proyecto de masificación.

Yesenia de Ruano es la entrenadora a cargo de los niños en el cantón San Agustín. Ella es originaria del cantón y vive en él. Recibe un sueldo por su labor como entrenadora, pero su trabajo formal es de masajista en el spa del privado Club Salvadoreño Corinto, también a las orillas del Lago de Ilopango. Ella ha recibido capacitaciones por parte de la Federación para ser entrenadora.

El proyecto de masificación a las orillas del Lago de Ilopango inició en el cantón Dolores Apulo, pero no se arraigó debido al poco apoyo de la comunidad. A diferencia de Apulo, San Agustín es un asentamiento más pequeño,  aislado, pero con una comunidad más organizada y unido por un mayor sentido comunitario. Para los niños y adolescentes de San Agustín, el deporte es una oportunidad de hacer viajes al extranjero que, de otra manera, sería imposible realizar. Han participado en regatas en Uruguay, Guatemala y Honduras, y dos jóvenes representaron a El Salvador en los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Mayagüez, en 2010.

Calzado de dos de los alumnos de la escuela de vela de San Agustín, después de terminar el entreno. El proyecto de masificación de la Federación esperaba para 2009 llegar a 300 alumnos en distintas comunidades de El Salvador. Por falta de recursos solo cuentan con este grupo en San Agustín. En Santa Bárbara, en Chalatenango, se fundó un grupo de niños que funcionó durante un par de años, pero fue suspendido por falta de apoyo.

El grupo de niños en la comunidad San Agustín se retira a sus hogares. En El Salvador se mezclan dos condiciones idóneas para la práctica de este deporte, que son la gran densidad poblacional y la buena cantidad de cuerpos de agua como lagos, esteros, bahías y el mar abierto.