Diputado, no somos amigos
Una bitácora de Patricia Carías
Publicado el 3 de Marzo de 2012
A veces es necesario aclarar términos en las relaciones para que estas funcionen mejor. Patricia Carías describe el acoso electoral que puede vivir un periodista que habita en este El Salvador de políticos hambrientos de votos.

Es tiempo de elecciones y el principal interés de los legisladores es contar con el voto de cuantos salvadoreños puedan, por eso, más de alguno incluso se toma el tiempo de preguntar y hasta acosar a los periodistas sobre sus preferencias electorales, esperando encontrar respuestas favorables.

— ¿Usted va a votar por mí, verdad, mamita? -me pregunta un legislador antes de dar declaraciones sobre la postura de su partido en un determinado tema.

— Yo voy a votar por los buenos, los que merecen estar en la Asamblea- respondo.

— Va a votar por los rojos, ¿verdad? -insiste, para verificar si su bancada cuenta con mi voto.

— No sé, qué dice usted, ¿está entre los buenos? Entonces quizás sí.

También abundan las ofertas de viajes, y las de noticias "exclusivas" en busca de periodistas hambrientos que estén dispuestos a caer en el juego:

— Vamos a La Unión, niña, la llevo a que conozca el puerto -dice un legislador del partido Gana cuando le consulto por alguno de los temas que domina en su partido. Las declaraciones las brinda en la parte trasera del salón azul de la Asamblea donde los periodistas se mantienen expectantes de los legisladores en cada sesión plenaria.

Ahí termino la entrevista con el diputado, quien antes de retirarse a su curul, nuevamente, toca el tema con el que inició nuestra conversación. A todo volumen afirma:

— Yo sé que ella va a votar por la casilla número cinco de la columna de Gana.

A esta presa no le corresponde votar en su departamento. Me pregunto si el diputado diría lo mismo si el periodista con el que estuviera hablando fuera hombre.

Las propuestas vienen de todos lados, todos aprovechan hasta la más mínima oportunidad para hacer una prueba de confianza

— Yo sé que usted tiene el corazoncito tricolor pero… -apunta otro legislador en una de nuestras conversaciones.

Y es que la línea fronteriza entre el periodista y la fuente tiende a tornarse tenue para algunos entrevistados, a los que nadie les ha explicado cómo tratar con los medios de comunicación. En la mente del que responde, el hecho de contar con un intermediario que le permita dar a conocer información que les favorece representa una oportunidad clave en el triunfo de sus aspiraciones electorales. En el caso de los que tienen como tarea cuestionar, el hecho de acreditarse una fuente certera que pueda contribuir con información valiosa, tienta a muchos.

Esta semana en medio de la cobertura en la plenaria presencié un diálogo que podría ayudar a ilustrar este tipo de situaciones. Mientras escuchaba en el salón de prensa de la Asamblea el debate político-espiritual que los diputados sostuvieron por más de cuatro horas en la Asamblea sobre la ratificación de la reforma constitucional que prohibiría los matrimonios gays, escuché una plática entre una presentadora de noticias de televisión y el ex presidente de la Asamblea Legislativa, el demócrata cristiano Guillermo Guevara Lacayo.

Lacayo es uno de los políticos famosos por sus frases desde el gobierno de Napoleón Duarte, cuando como diputado de la fracción del Partido Demócrata Cristiano en una de sus discusiones en el pleno con Roberto d'Aubuisson emitió una declaración famosa hasta hoy.

"Si pude haber robado, robé, pero no tengo las manos manchadas de sangre", dijo el entonces diputado. Más tarde en una entrevista con La Prensa Gráfica Guevara aseguró que había expresado la frase de forma condicional y confesó que esta no había sido producto de emanaciones etílicas.

Ese mismo personaje, que ahora corre otra vez por la renovada Democracia Cristiana o Partido de la Esperanza (Pes) en el departamento de Cabañas, se sentó frente a mí en el salón de prensa para escuchar el debate que se transmitía desde una de las pantallas planas. Fue entonces cuando la presentadora entró por la puerta principal y se sentó en un sofá detrás del candidato. De inmediato Guevara Lacayo volvió la mirada y la presentadora lo abordó.

— ¿Vio la nota aquel día? ¿Qué tal? -preguntó la presentadora con un sonrisa en la cara, como quien espera la aceptación de su trabajo.

— Bien, me pareció -respondió Lacayo, también con una sonrisa en la cara, como quien está satisfecho con la nota.

— ¿Y qué le dijeron sus cheros? -continuó la periodista.

— Que nos veíamos como la bella y la bestia -concluyó el candidato tras percatarse de que los demás periodistas estábamos escuchando su conversación.

Los casos son muchos y ya no sorprende escuchar más de alguna conversación como esta en los pasillos legislativos. A mí, por hoy no me queda más que decir a quien corresponda: No somos amigos, no le debo favores a nadie y no me interesa discutir nada personal.